20090921

Walking with a ghost.

Esta es una historia 'romántica' que tuvimos que escribir para Taller de Expresión Escrita

Abrió los ojos, una sonrisa iluminaba su rostro. Le impresionaba como el simple recuerdo de su nombre en su boca podía hacerle sonreír. Se decidió a abrir las cortinas, la luz iluminó su habitación.

Ese día decidió arreglarse más que nunca, lavó su cabello con cuidado extra. Nunca se había sentido así antes, él era perfecto; lo que cualquier podría desear. Volvió a sonreír, se sentía un poco tonta, pero hacía mucho tiempo que una sonrisa no invadía su cara.

Repasó una y otra vez el día anterior en su cabeza. Como había salido de su casa para encontrarlo en el mismo lugar que se habían visto en los últimos 5 años de su vida. El usaba los mismos jeans gastados que ella amaba. El no necesitaba arreglarse mucho para impresionarla, su sonrisa hacía todo el trabajo. Y exactamente eso hizo, sonreír.

Le conocía de toda su vida, pero hasta sus doce años fue cuando se atrevió a hablarle. Lo veía jugar siempre en el mismo parque de la colonia en la que ambos vivían, desde el primer momento en que la había perseguido solamente a ella en un juego de policías y ladrones, le había robado el corazón.

Una vez, un niño le había lanzado una lombriz a la cara; y él inmediatamente lo había perseguido hasta encontrarlo y tirarlo al piso al mismo tiempo que le amenazaba sobre hacerle daño a su amiga. Lágrimas corrían por su tierno rostro de trece años, pero se sentía segura y defendida con él.

Siempre supo que sentía algo especial con él, sentía algo similar a los celos – se decía- cuando él estaba con alguien más. Pero no le importaba mucho, verle sonreír siempre había sido suficiente como para que ella ignorase cualquier otra emoción que no fuese el asombro de la perfección de esa imagen.

Regresó al momento exacto en donde su imagen se reflejaba en el espejo del baño, se veía a sí misma en sus diecisiete años, sonreía otra vez con el simple recuerdo de la existencia de su amado.

¿Era eso realmente?; podría llamarle amor a esa sensación de expansión en su pecho. A esa extraña forma en que una simple mirada podía acelerarle y detenerle el latido del corazón al mismo tiempo. Como se sentía nerviosa y segura cuando estaba a su alrededor. No lo sabía, no conocía la definición de amor, pero fuera la que fuera, se le parecía bastante.

Oyó en ese momento el bip de su celular en su habitación, corrió hacia él. Vio en la pantalla brillante:”Nuevo mensaje de texto” y le dio click a la opción de leer: “Hey, podés salir? Nos vemos donde siempre”. No necesitó leer el nombre del remitente para saber quién era. Se vio una última vez en el espejo antes de salir corriendo al lugar de siempre donde le encontró sentado, el pelo le cubría la cara.

Al oírla acercarse, levantó la cara y sonrío. Una mezcla de gloria y felicidad se reflejaban en su rostro perfecto. Se acercó y se sentó a su lado, el sonrío una vez más; se detuvo su corazón por un latido.

“Tengo que contarte algo… pero no sé como empezar” – dijo su melodiosa voz.
“Contame” – Sintió como su corazón se expandía con la esperanza de oír las palabras que siempre había soñado.
“Em, conocí a una niña. Y creó que estoy enamorado. Creo que a ella también le gusto, pero no sé…” – dijo mientras las palabras se clavaban como un puñal en su corazón – “No sé, estoy tan feliz. Tenía que contarle a alguien y como sos mi mejor amiga, fuiste la primera que apreció en mi mente”

Sentía como el puñal le perforaba los pulmones y hacía que el aire se le escapase, no pudo decir palabra por lo que pareció una eternidad. Pero vio la inquietud en el rostro de su amado, mientras la sangre le subía por las mejillas; se decidió a hablar. Podía sentir como su cerebro trabajaba a toda potencia para conectar los cables y así poder pronunciar una oración coherente.

“Um… ¿En serio? Eso es increíble, me alegro mucho por ti” – dijo, mientras la mentira quemaba su garganta mientras se abría paso en sus labios. Pero contuvo las lágrimas y mantuvo sus sentimientos atrapados detrás de sus labios. Además, tuvo que soportar toda una tarde de confesiones de amor a otra mujer. Cada palabra punzaba una parte esencial de su ser.

Se despidió de él, le abrazó. Este no era un simple abrazo, era una despedida. Había perdido, y estaba dispuesta a dejarle ser feliz. Olió su ropa, su olor preferido en todo el mundo. Una lágrima logró escapar la barrera que había forjado, pero la secó rápidamente para que él no la viera.

El trayecto a su casa fue la caminata de un zombie; no sentía, no pensaba. Negaba toda reacción humana a la emoción que le había consumido toda la tarde. En el momento que evadió a sus padres con una conversación corta y ligera; y pudo obligar a sus piernas a subir las gradas hasta su cuarto y llevarla a su cama, dejó todo salir. Nunca había llorado así, nunca antes había dolido tanto algo. Ni siquiera la vez en que se quebró el brazo derecho le había hecho llorar tanto.

Cuando la luz del sol invadió su cuarto, vio el reloj de su mesa de noche. Los ojos le ardían de tanto llorar, había sido un llanto callado. No quería que nadie supiese. Camino hasta su escritorio y recogió el cuaderno donde confesaba todos sus sentimientos y se decidió a escribir un poema, que más que un poema era una despedida.

El lápiz temblaba en su mano derecha; respiró profundo para poder mantenerla quieta y sacar de su pecho ese dolor que le quemaba.


Te extraño,
Extrañaré el sonido de tu voz en mis oídos
Extrañaré como tu sonrisa iluminaba mis días, mi mundo.
Extrañaré como me haces sentir,
Nadie nunca me había hecho sentir como tú.
Me siento completa,
Me siento feliz a un punto que me asusta
Siento tantas cosas que es difícil de explicar,
Inclusive me hace balbucear.

Te extraño,
Extrañaré quién eres,
Extrañaré todo lo que dices
Todo lo que tú haces y dices me hace reír
Extrañaré la forma en que me miras
Siempre me pierdo en tus ojos.

Extraño a nosotros
Extraño abrazarte
Extraño actuar como tonta contigo,
Extraño escuchar música contigo, sin importar si te gusta o no.
Sin importar si me gusta o no.
Extraño la textura de tu mano,
Y tu olor.

Extrañaré que me acompañes a mi casa,
Extrañaré ver televisión por teléfono contigo,
Extrañaré estar contigo,
Extrañaré nuestro lugar,
Extrañaré el sonido de tu risa,
Y como podía detectar el sonido de tu sonrisa por teléfono.
Te extraño,
Te extrañaré y siempre lo haré.


Una lágrima manchó su hoja. No sabía si llamarle poema, o simplemente un epitafio de todo lo que había sido. Sabía que debía dejarle ir. No solo por su bien propio, sino por el de él. No podía permitirse arruinarle algo que le hacía feliz.

Y así el sueño le venció, decidió dormir con la esperanza de que no doliese tanto cuando despertase. Deseó nunca más despertar; pero nunca en su vida había sucedido algo que ella desease, no importara cuanto lo hiciera.






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